Nuestra galaxia: estrellas, gas y polvo
El disco de la Vía Láctea alberga nebulosas calientes, polvo frío y miles de millones de estrellas. Las nebulosas rojas...
¿Está atrapada esta galaxia en una telaraña de polvo? No, lo parece pero se encuentra muy alejada al fondo. Sin embargo, en este paisaje cósmico abundan las estrellas puntiagudas y las formas espeluznantes. El campo de visión abarca aproximadamente una Luna llena en el cielo de la constelación Pegasus. Las estrellas más brillantes muestran pinchos de difracción, el conocido efecto causado por los soportes internos de los telescopios de reflexión, y se encuentran bien adentro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Las tenues pero omnipresentes nubes de polvo interestelar navegan por encima del plano galáctico y reflejan ligeramente la luz estelar combinada de la Vía Láctea. Conocidas como cirros de elevada latitud o nebulosas de flujo integrado, se asocian a nubes moleculares. En este caso, rellena la escena una nube difusa catalogada como MBM 54 que está a menos de mil años luz de distancia. La galaxia aparentemente enredada en el polvo es la galaxia espiral NGC 7497 y se encuentra a unos 60 millones de años luz. Los brazos espirales y las franjas de polvo de NGC 7497, que se ven cerca del centro de la imagen casi de canto, reflejan los colores de las estrellas y el polvo de la Vía Láctea.