Aurora espiral sobre divisoria islandesa

Admira la belleza, pero teme a la bestia. La belleza es la aurora, que aquí toma la forma de una gran espiral verde, vista entre las nubes pintorescas, la Luna brillante junto y las estrellas en el fondo. La bestia es la onda de partículas cargadas que crea la aurora, pero que, un día, podría alterar la civilización. En 1859, después de unas notables auroras observadas en todo el mundo, un polvo de partículas cargadas procedentes de una eyección de masa coronal (CME) asociada a una erupción solar afectó la magnetosfera de la Tierra con tanta intensidad que crearon el evento de Carrington. El trayecto relativamente directo entre el Sol y la Tierra podría haber sido preparado por un CME anterior. Lo que es seguro es que el evento de Carrington comprimió el campo magnético terrestre de forma tan violenta que se crearon corrientes en los cables telegráficos tan intensas que muchos se quemaron y provocaron descargas a los operadores de telégrafo. Si un evento de Carrington impactara hoy en la Tierra, se especula que se podría producir un daño en las redes eléctricas y electrónicas globales a una escala sin precedentes.
La aurora de la imagen se fotografió en 2016 sobre el lago Thingvallavatn (Islandia), un lago que llena en parte una falla que divide las grandes placas tectónicas euroasiáticas y norteamericanas.