Una de las nebulosas más famosas del firmamento, la nebulosa de la Cabeza de Caballo en Orión, es parte de una gran nube molecular oscura. También conocida como Barnard 33, esta forma extraña fue la primera que se descubrió en una placa fotográfica a finales del siglo XIX. El brillo rojo se debe al gas de hidrógeno que hay tras la nebulosa, ionizado por la brillante estrella cercana Sigma Orionis. La oscuridad de la Cabeza de Caballo se debe sobre todo a un polvo muy denso, aunque la parte inferior del cuello de la Cabeza de Caballo proyecta una sombra hacia la izquierda. Los flujos de gas que salen de la nebulosa están conducidos por un fuerte campo magnético. Los puntos brillantes en la base de la nebulosa de la Cabeza de Caballo son estrellas jóvenes en proceso de formación. La luz tarda unos 1.500 años en llegar desde la nebulosa de la Cabeza de Caballo. La imagen de arriba se tomó con el telescopio de 0,9 metros del Observatorio Nacional de Kitt Peak.