No hay en la Tierra ningún mar suficientemente grande para contener la nebulosa del Tiburón. De todos modos, la aparición de este depredador no supone ningún peligro, ya que se compone sólo de gas y de polvo interestelares. El polvo oscuro que se ve en esta imagen es como el humo de un cigarrillo y se creó en las atmósferas frías de estrellas gigantes. Después de ser expulsadas por el gas y de recondensar por la acción de la gravedad, las estrellas masivas pueden cincelar intrincadas estructuras en la nube donde se originan utilizando como herramientas de esculpir su luz de alta energía y los rápidos vientos estelares. El calor que generan evapora la turbia nube molecular y provoca que el gas hidrógeno ambiental se disperse y luzca en color rojo. Durante la desintegración, los humanos podemos disfrutar imaginando estas nubes enormes como iconos comunes, tal como hacemos con las nubes de agua de la Tierra. Incluyendo las nebulosas de polvo más pequeñas como la nebulosa oscura de Lynds 1.235 y las de Van den Bergh 149 & 150, la nebulosa del Tiburón abarca unos 15 años luz y se encuentra a unos 650 años luz en la constelación del Rey de Etiopía (Cefeo). (Si pasas el ratón por encima de la imagen, aparecen anotaciones explicativas)