La Tierra soporta ráfagas de partículas provenientes del Sol. El 7 de abril de 1997, a las 10 AM (EDT), los monitores terrestres del satélite SOHO, que vigilan el Sol en todo momento, registraron que una débil mancha en la corona solar estaba enroscándose de nuevo, y esta vez generaba una explosiva eyección de masa coronal (CME). Casi a la vez, la sonda WIND de la NASA comenzó a detectar ráfagas de ondas de radio debidas a los electrones involucrados en esta tormenta magnética. Las ondas aupersónicas atravesaron la corona solar en forma de una ráfaga de gas caliente de alta energía eyectada hacia el sistema solar. La imagen de arriba nos muestra dos fotografías del Sol tomadas con unos 15 minutos de diferencia y restadas entre sí para resaltar el estallido. Las CMEs no son tan infrecuentes, y tienen poco efectos duraderos sobre la Tierra, pero es probable que hayan provocado efímeras, y a veces bellas auroras.